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Cuentos de tablas de multiplicar

Cuento para aprender las tablas de multiplicar
 

Había una vez un niño llamado Juan que estaba en tercer curso de primaria. Él amaba ir a la escuela, pero había una cosa que lo frustraba mucho: no podía aprender las tablas de multiplicar.

Juan intentaba estudiar y repasar las tablas, pero nunca podía recordarlas cuando se le preguntaba. Sentía que estaba quedando atrás en la escuela y que nunca podría avanzar a los siguientes niveles si no podía dominar las tablas de multiplicar.

Un día, su maestra de matemáticas, la señorita Ana, notó que Juan estaba teniendo dificultades con las tablas. Ella decidió ayudarlo de una manera diferente. En lugar de hacer que Juan memorizara las tablas una por una, le enseñó un pequeño truco.

“Juan”, dijo la señorita Ana, “¿sabes que la tabla del 2 es simplemente la tabla del 1 duplicada?”.

Juan se sorprendió. Nunca había pensado en eso antes. La señorita Ana continuó: “Y la tabla del 3 es la tabla del 2 más la tabla del 1, y la tabla del 4 es la tabla del 2 duplicada, y así sucesivamente”.

La señorita Ana mostró a Juan cómo todas las tablas de multiplicar se conectan entre sí, y cómo pueden ser más fáciles de recordar si las veía como una serie de patrones.

Profesora enseña tablas de multiplicar

A partir de ese día, Juan comenzó a ver las matemáticas de una manera diferente. Ya no se sentía abrumado por las tablas de multiplicar, sino que las encontraba interesantes y divertidas. Comenzó a practicar todos los días, y en poco tiempo, Juan podía recitar todas las tablas de memoria.

Estaba tan emocionado que corrió a la escuela para mostrarle a la señorita Ana lo que había aprendido. Ella sonrió y lo felicitó por su esfuerzo y dedicación.

Juan se sintió más seguro en la escuela después de eso. Ya no se preocupaba por las matemáticas y se divertía aprendiendo nuevas cosas todos los días. Aprendió que con un poco de ayuda y esfuerzo, incluso las cosas más difíciles pueden ser fáciles de entender. Y esa fue una lección que llevó consigo durante toda su vida.

Cuento de multiplicar

Había una vez una selva mágica donde todos los animales eran capaces de hablar y entenderse entre sí. En esta selva, los animales se reunían regularmente para discutir temas importantes y aprender nuevas habilidades.

Un día, la tortuga convocó a una reunión en la que propuso que todos los animales aprendieran las tablas de multiplicar. Los demás animales no estaban muy seguros de por qué necesitaban aprender esto, pero la tortuga explicó que las tablas de multiplicar son esenciales para la vida diaria y que podrían ser muy útiles en situaciones cotidianas.

Los animales se dividieron en grupos y comenzaron a estudiar las tablas de multiplicar. La tortuga fue la maestra, y les enseñó a los animales trucos y métodos para recordar las tablas de manera fácil y rápida.

El mono, que siempre había sido muy bueno con los números, se sorprendió de lo fácil que resultaba aprender las tablas de multiplicar con la ayuda de la tortuga. Comenzó a practicar todos los días y pronto se convirtió en un experto en las tablas del 2, del 5 y del 10.

El elefante, por otro lado, encontró las tablas un poco más difíciles de recordar. Pero no se dio por vencido y continuó practicando hasta que finalmente dominó todas las tablas.

Cuento animales tablas de multiplicar

La jirafa descubrió que podía recordar las tablas de multiplicar fácilmente si las relacionaba con las frutas que comía todos los días. Por ejemplo, la tabla del 4 se relacionó con las manzanas, la tabla del 6 con las peras y la tabla del 9 con las bananas.

El león, que siempre había sido un poco perezoso para estudiar, descubrió que podía recordar las tablas de multiplicar si las cantaba como si fueran una canción. Pronto, todos los animales se unieron en la canción de las tablas de multiplicar, y se convirtió en su canción favorita.

Después de semanas de práctica, todos los animales de la selva pudieron recitar todas las tablas de multiplicar sin problemas. Se sintieron muy orgullosos de sus logros y decidieron celebrar con una gran fiesta en la que cantaron y bailaron al ritmo de la canción de las tablas de multiplicar.

Desde ese día, los animales de la selva mágica siempre recordaron las tablas de multiplicar gracias a la tortuga y sus métodos creativos. Y aprendieron que, con un poco de esfuerzo y dedicación, cualquier cosa es posible, incluso aprender matemáticas.

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Había una vez un niño llamado Pedro que siempre había tenido dificultades para aprender las tablas de multiplicar. Por más que intentaba, no podía memorizarlas. Esto lo hacía sentir frustrado y un poco triste, ya que quería ser bueno en matemáticas.

Un día, Pedro se encontró con un mago muy especial que le ofreció su ayuda. El mago le dijo a Pedro que tenía un hechizo mágico que le ayudaría a aprender las tablas de multiplicar de manera fácil y divertida. Pedro, que no creía mucho en la magia, se sintió un poco escéptico, pero decidió darle una oportunidad.

El mago comenzó a enseñarle a Pedro una serie de trucos mágicos que involucraban las tablas de multiplicar. Por ejemplo, le mostró cómo el número 9 tiene un patrón especial en la tabla de multiplicar que consiste en saberse el resto de tablas e invertir el orden, 9  x 2 es lo mismo que 2 x 9, si te sabes las tablas del 1 al 8 ya te sabes la tabla del 9, también le enseño cómo el número 5 es fácil de recordar porque siempre termina en 5 o en 0. También le enseñó algunos trucos con los dedos para recordar las tablas del 6, 7 y 8.

Pedro estaba asombrado por los trucos del mago y comenzó a practicarlos todos los días. Con el tiempo, se dio cuenta de que realmente estaba aprendiendo las tablas de multiplicar de una manera fácil y divertida. Ya no se sentía frustrado o triste, sino emocionado por todo lo que estaba aprendiendo.

Cuento tablas de multiplicar

Cuando llegó el día del examen de matemáticas, Pedro estaba nervioso pero también confiado. Sabía que había estudiado mucho y que estaba listo para mostrar todo lo que había aprendido. Cuando la maestra le entregó el examen, Pedro comenzó a responder las preguntas con facilidad. Y cuando llegó la sección de las tablas de multiplicar, se sintió completamente seguro. Respondió cada pregunta sin problemas y terminó el examen con una sonrisa en su rostro.

Al final del día, el mago apareció de nuevo para felicitar a Pedro por su éxito. Le dijo que su hechizo mágico había sido solo una pequeña ayuda, y que el verdadero poder estaba en Pedro todo el tiempo. Le recordó que con la práctica y el esfuerzo, todo es posible.

Desde ese día, Pedro se convirtió en uno de los mejores estudiantes de matemáticas de su clase. Y aunque nunca olvidaría la ayuda del mago, sabía que el verdadero poder estaba en él y en su dedicación para aprender.

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